jueves, 3 de septiembre de 2009

CABLE A TIERRA


Las palabras dichas nos persiguen, guardamos su eco en la esperanza de compartirlas nuevamente. Hace unos días hablábamos con un grupo de amigos del momento que atraviesa del audiovisual nariñense, ¿puede llamársele el momento del cine nariñense?, humildemente creo que aún no. En esta charla mi interlocutor enfatizaba sobre la imperiosidad del contar como sustento de la acción creadora, en lo estorbosa que puede llegar a ser la teoría y la discusión sobre formatos cuando de concretar esa necesidad vital se trataba. Mi posición, pasguata, entre tanto enfatizaba en la necesidad de conocer la técnica, explorarla, apropiarla.

Y, claro, contar prima, la historia es la base, el pretexto para evitar la página en blanco, para espantar los fantasmas que nos habitan y adentrarnos en honduras que, en ocasiones, apenas sospechamos, después de todo, que técnica se puede aplicar a una historia inexistente, pero… ¿Que historia llega a buen termino si no sabemos contarla?, en esta tierra de chistes, ¿Cuántas veces hemos acallado la risa ante un cuento pastuso mal contado?, muchas, no lo dudo. Y es que, como en la canción de Piero, sacar lo que se tiene adentro, no es suficiente para contar o, al menos, contar bien, quizá el ejercicio del buen contar radique en el siguiente paso, el quitar la basurita que se ha metido por cuenta y gracia de percepciones erradas, decantar lo dicho, estructurarlo, hacerlo ajeno, propio.

Luego de la euforia de las 65 producciones nariñenses llegadas hasta el festival de Cine de Pasto, antes fueron 56 en el 3D, luego de que fundáramos patria con estados del arte ilusorios y mentirosos, nos queda la necesidad de la reflexión, y propongo este espacio para dinamizarla, para compartir miradas, para sostener encuentros.

En la siguiente entrega: Diplomado de Cine de la Universidad de Nariño.

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