domingo, 8 de noviembre de 2009

EL GATO LUNA

Corría 1983 cuando Julio Cesar Luna dictó un taller de actuación en La Casa de La Cultura de Ipiales, invitado por el grupo de Teatro Cantera; fui su alumno sin siquiera imaginar que unos años más tarde tendría el placer de aplicar sus tempranas enseñanzas al momento de dirigirlo en Paisajera. De él aprendí el respeto por el actor, la preparación cuidadosa del personaje, la necesidad de asumir la creación artística como un todo en el que cada espacio requiere su tiempo y dedicación.

El viernes pasado pude ver en Señal Colombia la película colombiana “27 horas con la muerte” (Jairo Pinilla - 1981), en la que actúa Julio, fue bueno recordarlo en la dimensión plena de su proyección artística, como pionero de un campo pleno en trabajo, no exento claro está de sacrificios y retrocesos, pero en el que los logros han sido y serán mayores; y es que Julio fue, quizá, el primer actor de la tierra de las nubes verdes y de Nariño que vimos en la pantalla grande; luego vendría Lucho Velazco, que también estuvo en Paisajera, de quien hablaremos en otro momento, pues merece pagina aparte.

Julio Cesar encarnó a Pachito; Gestor Cultural de la entraña del Carnaval Ipialeño que aprovechaba las fiestas para enamorar “paisas” sin sospechar que un día habría de reencontrarse con la vida a partir de un encuentro desafortunado.

Julio le dio vida a Pachito, hizo de las líneas que le dieron base, un personaje entrañable.

Gracias Julio por tu generosidad, por hacer de Paisajera una realidad.

jueves, 5 de noviembre de 2009

¿VIEJOS?, NO, DE LA TERCERA EDAD

Aún recuerdo la sonora corrección de don Hugito Luna, No Juanito, no somos viejos, somos un grupo de la tercera edad... cuando lo llamé para citarlo a tomar un café y acordar la realización de un Casting con el grupo. Tenía razón, no eran viejos, ni lo son ahora, 15 años después, la fortaleza de sus convicciones y el empuje con el que asumieron su participación en la película, no dejaban duda: la juventud rebosaba en sus cuerpos y en sus mentes.


Don Hugo Luna ya no nos acompaña, se fue un día lluvioso de esa Ipiales que lo vio crecer como líder comunitario del Barrio San Vicente, mientras su voz, ronca, se desgranaba en risa y canto, en palabras de amistad... Paz en su tumba don Hugito, lo seguiremos en el recuerdo eterno de su protagónico en Paisajera y en Iles, o la Semblanza de Nuestra Señora de la Luz.


A Doña Luz Maria más de una noche nos la "robamos" de su casa y la "devolvimos" cuando ya alumbraba un neuvo día; callada y metódica en el actuar, nos mostró el carácter de la mujer ipialeña; por su instinto maternal, que la impulsaba a mantenernos arropados en el frío de la noche, siempre nos dejó entrever que la calma regresaría una vez terminado el rodaje, interminable, para reencontrarnos con la necesidad de seguir contando historias.

Doña Irma, su risa franca más de una vez nos hizo entender que la vida es más goce; contrario su habitual carácter del de su personaje, con suavidad y, alguna vez, con cierta rebeldía, se dejaba ir en la firmeza de Carmela al tres, dos, uno del director.


Don Marciano, con su guitarra y su canto, Don Matías en ese tenderete que le inventamos en la invasión y tantos otros cuyos nombres no recuerdo, más si su impulso y fortaleza, nos mostraron la otra cara de la vida, la que desde nuestra juventud, la de aquellos días claro, nos negábamos a asumir.


Desde la distancia vemos con nostalgia y agradecimiento sus caras sonrientes al asumir el casting, una prueba más en su vida, me dijo Doña Luz Maria, luego complementaría al finalizar el rodaje, una experiencia que le cambió la vida.

A mi también doña luz, a mi también me cambió la vida, lo recuerdo ahora que me acerco peligrosamente a la tercera edad...

miércoles, 4 de noviembre de 2009

PAISAJERA - 15 AÑOS

Las imágenes provocan un ligero fulgor en la pantalla; nos traen, además de la historia del Pachito y su paisa, los recuerdos de esos quince días con su noches en compañía de Don Hugo, Doña Luz María, Olga Lucia, Julio Cesar y muchas personas más que sumaron 70 como actores y actrices o figurantes y algo mas de 700 por el lado de los extras. Fueron los inicios de algo que en ese entonces apenas se proyectaba en los deseos de unos pocos y cuyas ensoñaciones retumbaban en los oídos de quienes nos escuchaban con el sabor de lo imposible.

Pero lo hicimos; junto con Sergio Mejía en la Dirección de Fotografía, Jhon Richard Sanchez en la Cámara, Dolly Sotomayor en el Sonido, Víctor Torres en la Asistencia de Dirección, Josefina Estupiñán en la Producción, Ana lid Florez en la Producción de Campo y Juan Esteban Cabrera en la Dirección, cogimos al toro por los cachos y sacamos un largo de 77 minutos que congregó a Ipiales durante 22 días en la sala del concejo, con llenos totales.

Fue bonito romper la calma de la ciudad de las nubes verdes por esos días y para siempre, como no recordar los corrillos que, cómplices y en disciplinado silencio, acompañaron nuestro rodaje en cada esquina, las ayudas espontáneas de los vecinos que en más de una ocasión trajeron café al equipo para calmar el frío de la noche; no faltó quien quisiera mojar con un poquito de Galeras el momento, ni las palabras de aliento, ni los saludos entusiasmados.

Es bonito recordarlo ahora, con la distancia que nos otorga el tiempo y la necesidad de seguir contando; ahora que se ruedan 2 cortos de Imaginando Nuestra Imagen en nuestra bella ciudad y se proyectan 6 más por parte del Diplomado de Cinematografía.

Es bonito saber que estamos en esto desde los inicios, que seguimos en la brega, que ni el deseo, ni la locura, ni el impulso se han agotado.
En el transcurso de este mes publicaremos varias notas para recordar este trabajo.