jueves, 5 de agosto de 2010

PALABRAS AL VIENTO

Los vientos de agosto nos llegan con la nostalgia de las cometas que volaron,  de los enredos de hilos y cordeles, con las colas multicolores meciéndose al aire, recortadas sobre el azul con indolencia de alboroto infantil.  

También nos traen  un nuevo encuentro de culturas andinas, en el que han hecho espacio para el teatro, la danza y el cine, entre tantos otras manifestaciones  culturales, conformando un revoltijo de expresiones cuyo sentido, el del revoltijo en fechas tan cercanas, me es difícil de asumir como acertado.   

¿No será mejor dotar a  cada manifestación  de nuestra cultura de un espacio adecuado en tiempo y lugar, además de recursos, que le permitan crecer antes que asumir la pretensión ilusa de mostrar per se y para que?.

¿No será mejor entender que es preciso crear antes que mostrar y reflexionar sobre lo hecho antes que presumir de un movimiento cultural que crece al garete ante la ausencia de apoyo institucional?.

No es que crea que  los festivales de cine, o de cualquier otra naturaleza, no deban hacerse, no, por el contrario, los considero vitales para la reflexión y la puesta en punto de un movimiento cultural que está y debe considerarse en globalidad, Lo que pasa es que  el someterlos a la prisa de un encuentro ajeno, incluirlos en carteleras rimbombantes y en horarios extraños para quienes trabajamos la misma cultura, el hacerlos parte de una mezcla mediática desdice de su naturaleza.      

Me queda la sensación de estar frente a una de aquellas vitrinas de tienda oscura, de rejilla, en la que se vende de todo, sin que nada de lo ofrecido llegue a interesar al comprador, que no decide compra, ni nada.


Quizá sea mejor quedarse en el tradicional juego de agosto, robando al cielo un trozo de libertad y contagiándose con la risa de los niños, en tanto el impulso de esa mancha de color pide más y más cuerda...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo